En el corazón de América del Sur, a 3400 metros sobre el nivel del mar, hay un hueco, un tajo en el altiplano que contiene una de las ciudades más fascinantes y difíciles del mundo. El Gran Poder se levanta frente al imponente Illimani, despierta, pero nunca duerme.
La ciudad llegando desde El Alto.
Las calles están llenas de minibuses y colectivos y taxis, las veredas llenas de puestos. Se camina por donde se puede.
El cielo de La Paz: un entramado de cables con fondo azul.
La particular arquitectura boliviana. Mucho vidrio, mucho color, poco gusto.
Mamita sentada con su ramo de flores.
Desayuno en la calle con llauchas calientitas.
El look paceño me mata.
De todos los países donde viaje que no son tantos ni tan pocos, Bolivia es el único cuyos militares usan bayestas.
En algún momento pasé y encontré un puente que cruza la Pérez y el mercado viejo y querido estaba en reconstrucción. Una vist
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