Un mes en Tulum, el mero paraíso en las costas del caribe de Yucatán. Principal atractivo: ruinas mayas y un mar tan lindo que nunca pude copiar el color.
Asi se ve la playita y las ruinas.

Mariachis...


Las ruinas no son gran cosa.


Sin embargo la gran atracción de las ruinas son estos simpáticos bichos al que todo el mundo mira, casi ignorando el gran trabajo que se tomaron los mayas con las construcciones.

La gente ve una playa y le sale lo sexy. Todos los días una docena de parejas se tomaba fotos en poses sujestivas que no siempre alentaban mi líbido más de lo que incentivaban mi olvido.

Veraneantes. Juego nuevo: hay que encontrar a los argentinos.

Estilo "Gay Pitbull" y estilo "no pain, no gain", entre otros.


Vuelven los pescadores, tiran pescaditos y se llena de pájaros y turistas europeos con cámaras y trajes de baño diminutos.

Europeas...

Europeas!!!

"donde está mi Clarín?...la próxima volvemos a Santa Clara, aunque nos cueste el doble..." Eso debe de pensar el señor afectado por la abstinencia de multitudes y barquilleros.

Por qué sigo yendo a lugares turísticos si no los disfruto? No lo sé. La naturaleza es impresionante, pero la gente que vive en estos lugares es bastante vacía, salvo los dueños de las cosas, más bien empleados y comerciantes, ante todo comerciantes y transportistas. Si van a Cancún, no vayan a Cancún, vayan a Tulum.
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