A una hora de Buenos Aires (una hora!!! se tarda menos que viajando en bondi a la otra punta de la ciudad). Colonia tiene magia, playa y turistas que salen del infierno de una orilla para desembarcar en esta ciudad colonial.
La falsa muralla, donde empieza la ciudad vieja.
Una primera impresión, luego confirmada: el uruguayo gusta mucho de la pesca.
Calles antiguas, casas antiguas, gente antigua y autos antiguos.
La soledad de las calles solo se interrumpe por la impertinencia de algún gringo.
Calle que termina en el río.
Otra calle sin gente.
Algunos paran en hostales coloniales, otros en el camping. Muñecos secándose en el tender del predio.
Algunos alquilan bicis, otros carritos de golf.
Pedaleando llegué a la Plaza de Toros.
La playa de arena blanca y viento rioplatense.
Vista del muelle.
Vista desde el muelle. Abajo a la derecha unos botijas pescando.

Escultura.
Más callecitas.
El faro.
Sueltan a los turistas a la mañana y a la tarde pinta una siestita.
La iglesia.
Termina el día y todos se reúnen para ver el por do sol en el río.
Si tuviese canilla libre de ferrys viviría en Colonia y me iría a comer asados en Buenos Aires.
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